Había visto hace años la película “Viven” que ya me dejó una sensación especial y tenía una cierta reticencia a volver a ver una nueva película de una historia ya conocida y sobre la que había leído artículos y entrevistas a los protagonistas a lo largo de los años. Finalmente, me decidí y mereció la pena.

No me voy a entretener en las calidades cinematográficas de la película, que sospecho que las tiene, dado que no soy ningún entendido en la materia, sino un simple aficionado al que le gusta relacionar el cine con la vida, y especialmente con la vida profesional.

Quisiera poner mi humilde foco sobre algunas de las cosas que la película nos transmite y compartir algunos aprendizajes que yo entiendo se pueden obtener de la misma, en unos tiempos a los que creo que podemos calificar como complicados.

Mientras veía la película no puede evitar acordarme de series como The walking dead o The last of us, o lo que se podían denominar nuevas utopías negativas, en las que lo que sale a relucir de forma permanente es la violencia, la falta de colaboración y el buscarse la vida a costa de la vida de otros. Una visión muy pesimista del ser humano y de lo que en un sentido negativo aquél es capaz de hacer. Y lo que la película nos relata es todo lo contrario.

El poder de la película estriba también, a mi juicio, en que la voz en off del narrador es la de alguien que murió en el accidente, alguien que tuvo influencia en todos ellos y que al morir (pese a haber sido reacio al principio) dejó un hermoso y poderoso mensaje escrito para sus compañeros supervivientes.

Y en la película nos encontramos con unas personas que, superado un umbral razonable de esperanza en cuanto a la posibilidad de ser rescatados siguen confiando en la posibilidad de un futuro fuera de ese manto de nieve del que están rodeados. Y en medio de todo ello la terrible decisión que debieron tomar para sobrevivir.

Qué podemos aprender de La Sociedad de la Nieve

¿Podemos aprender de esa experiencia? Evidentemente sí. Y ese es quizás otro de los valores que la película actualiza, que incluso en los momentos más complicados y difíciles solo la cooperación, el afecto, la confianza, la empatía, la honestidad, el cuidado mutuo y la paciencia nos pueden ayudar a salir del foso en el que muchas veces vivimos. Y eso es algo que vale para las relaciones personales, las profesionales, para la vida en la familia, en el trabajo y en la empresa. Para la vida en general.

Otra de las cosas con las que me quedo es como dos de ellos deciden, con el acuerdo de todos, moverse de allí en busca de ayuda. Quizás son en ese momento los más adecuados, los más aptos. Un criterio de selección lleno de sabiduría. Y lleno de conocimiento propio y de los demás. Y de ahí surgirá otra de las imágenes de la película que siempre me acompañará, el momento en que una vez que han encontrado ayuda, el personaje de Canesa (creo que es él) con enorme delicadeza entierra una bolsa con la “comida” que llevaba para sobrevivir mientras junto a Parrado buscaban esa ayuda exterior.

Y no, no se me olvidaba mencionar quizás el ingrediente más importante que está presente en todo momento en esa historia: el amor.

Sospecho que ese ingrediente, era fruto de algo que para ellos fue esencial en su experiencia y en su supervivencia. Todos ellos eran profundamente creyentes y es entonces, cuando se entiende aún mejor el mensaje escrito que Numa les deja a sus compañeros cuando fallece.

En fin, una película que vuelve a relatar una terrible experiencia que a todos debiera hacernos pensar que tenemos muchas posibilidades de hacer las cosas bien y en colaboración, incluso cuando todo se tuerce de una manera tan cruel.

Que no siempre el hombre es un lobo para el hombre.

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