Recordaba con bastante agudeza San Ignacio de Loyola que lo heroico no es la tarea que en cada momento nos encomienda la vida, sea en el estudio, en el trabajo, en la familia, en las relaciones, etc., sino la calidad en la respuesta que damos, la actitud con la que emprendemos el trabajo o la tarea que hemos de hacer en cada momento de nuestra vida. Y algo de esto debiéramos plantearnos cada uno de nosotros cada vez que la pereza, la acedia o la falta de ganas nos asalte. Les digo con mucha frecuencia a mis alumnos que ningún ser humano está llamado a la mediocridad sino a la grandeza. Y si esto es así, no podemos menos que ponernos el listón alto y no para ser más que los otros, sino para servir mejor a los demás. San Ignacio llamaba a eso el “magis”.

Y por si la referencia a San Ignacio no es suficiente o parece que tiene demasiado contenido religioso, podemos acudir a Séneca cuando escribía que “no hay nada que no pueda ser vencido por un trabajo pertinaz y por una preocupación diligente y atenta”

Sospecho que, entre ambos, pese a la distancia temporal hay mucha coincidencia de fondo.

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