Ahora que tanto se habla del onboarding y parece que se haya descubierto la penicilina, no estaría de más que se instalara un modo de entender la acogida a una persona que vaya más allá de lo meramente cosmético, protocolario o lo marcado en el libro de estilo. Leí en una ocasión una frase que me dejó sorprendido y pensé que si lo que la frase decía era real, allí había una organización que a mi juicio estaba conquistando el futuro. La frase decía “esperamos lo mejor de ti y ojalá sepamos darte lo mejor de nosotros”

A mí personalmente me gustaría que se diera un paso más. Llegar a ese momento en el que la empresa/organización se convierta en la caja de herramientas de las personas. Ese momento en el que el talento en mayúsculas se pone a funcionar porque se le abren todas las puertas. Sospecho que aún queda mucho para ello, pero creo que ese ha de ser el camino.

Aunque lo cierto es que para que esas dos realidades/deseos se produzcan y se conviertan en hechos y no meras declaraciones, se hace necesario que las personas tomen conciencia de ello, de su valor, de su importancia y de que, como ya hemos dicho con anterioridad, no son recursos sino personas con recursos.

Cuando hablamos de recursos seguimos moviéndonos en la mediocridad. Cuando hablamos de personas y de su talento, comenzamos a movernos en la grandeza.

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