Algo muy pequeño, a simple vista casi invisible al ojo humano, ha modificado y está modificando nuestro modo de vivir y de ver el mundo.

Inmersos ya en plena Navidad, lo que ha sido la experiencia habitual, la tradición, como salir a comprar acompañados, las aglomeraciones y los encuentros en nuestras casas, se nos presenta como un comportamiento de riesgo, algo verdaderamente insólito en nuestra experiencia vital. Quizás no terminamos de entender que la pandemia nos ha sacado de eso que la modernidad ha dado en llamar “zona de confort” y seguimos, muchas veces, empeñados en repetir comportamientos como si nada hubiera sucedido.

Por otro lado, un año más, la Navidad nos propone la experiencia de que alguien que era muy pequeño llega a nuestro mundo y nos propone un cambio, un modo diferente de entender la vida, un camino distinto nunca fácil ni sencillo, pero si lleno de esperanza y de una palabra que hoy suena para muchos como cursi: amor.

Pudiera ser ésta una excelente oportunidad para poner en nuestro corazón unas luces largas y ver en la Navidad algo diferente a lo que nos hemos venido acostumbrando desde hace ya tiempo, ser capaces de ver en la Navidad el regalo, el don.

Y aunque el virus siga entre nosotros, esas luces largas podrán continuar iluminando nuestro mundo, nuestra vida y a los demás. Quizás convertirnos nosotros mismos en DON.

Y eso no es poca cosa en los tiempos que vivimos.

¡¡Feliz Navidad!!

Share This