Hubo un tiempo en que los departamentos de personal lucharon denodadamente por convertirse en departamentos de recursos humanos. La terminología de origen anglosajón daba a entender que se hacían más cosas que las nóminas, las bajas y los seguros sociales. Y se consiguió. Hoy en día curiosamente la palabra personal ha vuelto con poder, eso sí, con terminología inglesa que lo de “people” queda más “guay”. Y si eso no termina de convencer, siempre se puede acudir a la palabra talento o “talent” que suena aún más contundente.
El problema que suelen tener los cambios de nombres es que sean meros camuflajes, aquello que un viejo profesor mío calificaba de “bien de continente, pero flojo de contenido”. Verán, el problema no creo que esté en las palabras, sino en lo que haya detrás de ellas. Porqué estaremos de acuerdo que lo mismo da que hablemos de talent, talento, people o como queramos si a las personas se las sigue considerando un recurso y no personas con recursos. Y me temo que en eso todavía andamos escasos.
Y que esto siga así es en gran parte responsabilidad de las propias personas que han delegado con demasiada frecuencia la dirección y liderazgo de su saber, de sus capacidades, de su talento en definitiva, en las organizaciones. Son las propias personas las que debieran dar los primeros pasos para que eso cambie. Mi esperanza es que algo de eso comienza a verse. Poco, pero algo.
Y las empresas debieran comenzar a tomar nota de aquella vieja pero preciosa canción de Bob Dylan , The Times They Are A-Changin.
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