Recuerdo que durante mucho tiempo se dio bastante la matraca con la idea de que debíamos quitar de nuestra cabeza la palabra “deber” y cambiarla por la palabra “querer” y todo ello como un modo de avanzar hacia la creación de un mundo propio más feliz y equilibrado. Lo cierto es que nunca me creí esa floritura verbal y siempre me pareció que todo ello era un arrebato, en este caso verbal, por seguir insistiendo en una especie de mundo de yupi.

Tiempo después me encontré con una reflexión que hace ya muchos años había realizado Vaclav Havel quien fue disidente en la Europa del Este, líder de la Primavera de Praga y posteriormente presidente de la República de Checoeslovaquia. Havel escribía “no son mis estados de ánimo los que deciden lo que debo de hacer en esta vida; eso es asunto única y exclusivamente de aquel misterioso sentido de la responsabilidad”

Quizás debamos aprender o interiorizar un poco más eso que se denomina sentido de la responsabilidad a la hora de afrontar nuestro trabajo y nuestros “deberes” y cumplir con lo que se espera de cada uno de nosotros y dejarnos de tantas florituras y distingos.

Conviene recordar aquello de “obras son amores y no buenas razones”

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