Ayer tuve la oportunidad de volver a ver “Vive como quieras” una película del año 1938 dirigida por Frank Capra.
Quizás no sea una de sus mejores películas, pero te garantiza poder disfrutar durante un poquito más de dos horas de una historia divertida y magníficamente interpretada. Y el hecho de que sea una película divertida no significa en absoluto que no tenga claros mensajes que hoy, tantos años después, nos pueden interpelar perfectamente acerca de cómo vivimos y respecto a qué cosas consideramos importantes.
Nos cuenta la vida de una familia y de otros que sin esos vínculos viven conjuntamente teniendo una manera peculiar de vivir en libertad, y con unas relaciones en las que prima el amor y el respeto entre ellos y no por lo que hacen sino por lo que son: personas. Quizás a los ojos de mucha gente personas que fracasaron, que no valen para otra cosa y que se juntan bajo un mismo techo. Además, en sus relaciones con su entorno de vecinos han creado fuertes lazos de comunidad lo que les permite a todos saber cuidar y sentirse cuidados.
Hay en la película una clara denuncia de la manera en que la obsesión por lo material, el dinero y el poder puede hacer en los seres humanos. Y es por eso que esa denuncia sigue siendo hoy tan actual a pesar del tiempo transcurrido desde el estreno de la película cuando seguimos viviendo de una manera en la que el dinero, el poder, el destacar, el usted no sabe con quién está hablando, nos siguen atrayendo de mala manera
Y al igual que en “Qué bello es vivir” cuando la película termina, al menos a mí, me da cierta envidia no poder vivir en una realidad en la que los lazos comunitarios sean tan fuertes; me da cierta envidia que aun sabiendo que precio y valor son cosas diferentes, todavía no he conseguido trasladar esa certeza teórica de forma plena a las obras de mi vida.
En fin, yo les recomiendo que la vean y que la disfruten.
Finalizo. Hay en la película dos momentos preciosos que quisiera señalar de forma específica. Son los momentos en los que el patriarca (abuelo) de la familia bendice la mesa. Termina su bendición diciendo “…en fin, solo te pedimos que sigamos como estamos ahora y tener salud, lo demás lo dejamos en tus manos”
La película tiene un título en inglés que aún es más interesante You Can’t Take It With You.
Toda una declaración de intenciones.
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