Leía el otro día un antiguo texto del Papa Francisco a propósito del descanso y he de reconocer que me llamó poderosamente la atención y me hizo reflexionar. Y como se acercan las vacaciones estivales he pensado que sería interesante darle una vuelta en mi cabeza y escribir. Les resumo lo que decía Francisco, y espero queridos y pacientes lectores saber hacerlo con criterio.

Escribía Francisco que planteamos el descanso como evasión. Y eso lo aplicamos al descanso del fin de semana y al descanso de las vacaciones. Y recordaba como en el Génesis el día del descanso no es el día de la evasión sino el día de la alegría por lo creado, el día de la contemplación y la bendición.

Nosotros solemos plantear el descanso como el momento de la desconexión, de la huida, y no es de extrañar entonces que todos los años, a la vuelta de las vacaciones proliferen los mensajes de psicólogos, coaches y demás aportando consejos respecto a cómo ir aceptando esa “inevitable” vuelta a ese día a día del que habíamos huido. La vuelta parece haberse convertido en un trauma.

No deja de ser cierto a la luz de las palabras del Papa Francisco, que parece que cargamos con un problema serio. Una parte importantísima de nuestra vida parece haberse convertido en una carga, en una mochila que quizás cada año que pasa se hace más pesada. Y curiosamente, nunca hemos tenido (al menos en nuestra sociedad occidental) tanto tiempo de descanso y, sin embargo, vivimos en modo “escapar”.

Desconozco cuántas personas puedan vivir su tiempo de trabajo de modo que cuando llega el descanso, de su corazón lo que sale es una bendición por lo hecho y lo vivido, de su corazón brota una contemplación pacífica. Quien pueda vivirlo así es muy afortunado.

Aquellos para los que el descanso es huir, desconectar e incluso contemplar ya con cierto miedo el momento del “regreso” quizás…. Lo cierto es que no tengo ni idea de qué poderles decir a los que están en esta tesitura.

De momento, me he planteado que cuando llegue el momento de descansar me gustaría hacer el esfuerzo de mirar con cariño el tiempo transcurrido, reconciliarme incluso con el mismo si fuera necesario, acoger con paz ese tiempo vivido y pensar en la belleza de mi vida cualquiera que haya sido mi historia en este año de trabajo.

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