He de reconocer que poco a poco estoy redescubriendo a San Pablo y sus famosas cartas en las que explica muy bien cómo evoluciona y se desarrolla el cristianismo de los primeros tiempos. Una evolución en la que él es un personaje principal.

Volver a leerle me está suponiendo descubrir multitud de enseñanzas para el mundo de hoy: aprender importantes lecciones sobre lo que es liderazgo, asertividad, visión global, cambio, estrategia, responsabilidad, trabajo diario, etc. Y todo ello desde una perspectiva que cuando rascas un poco sorprende porque todo queda iluminado por el maravilloso texto en el que remarca que “……si me falta el amor no me sirve de nada”. Un mensaje que creo absolutamente necesario en el mundo que vivimos hoy.

Lo que quiero exponer a continuación no creo que sea una barbaridad y que la enseñanza que yo he extraído es perfectamente razonable y comprensible. Dejo de lado muchas consideraciones, digamos que teológicas y de espiritualidad, que seguramente aportarían más luz aún a toda esta reflexión, pero creo que no es el lugar y mis conocimientos al respecto no van mucho más allá del hecho de ser creyente.

Me centro. Pablo comprenderá muy bien que el mensaje de Jesús ya no se puede limitar al mundo de los judíos y que es universal. La vida de Pablo hasta llegar a Roma será un constante viaje predicando la Buena Nueva presentando un mensaje en el que tienen cabida también aquellos a los que entonces se denominaban gentiles. Esa visión que tiene Pablo supondrá un “cambio” brutal frente a la perspectiva que se tenía entonces en donde todo estaba sometido a la “ley” judía. Es un enfoque de cambio, innovador y diferente. Tanto, que le supondrá un enfrentamiento con Pedro y vivir el riesgo de un primer cisma en la recién nacida Fe. Finalmente, saldrá adelante la universalidad de la llamada que Jesús hace, más allá de la “Ley”.

Es llamativo comprobar que ya en esa época el cambio está presente en una organización como la Iglesia que está naciendo. Un cambio que no solo está presente, sino que genera problemas. Modificar costumbres, cambiar hábitos, ver las cosas con otra perspectiva supone resistencias incluso en ámbitos en los que uno no se podría imaginar que eso llegase a suceder porque hay una inspiración que trasciende. Pero el cambio y la innovación necesita de personas que se la jueguen, que arriesguen y San Pablo lo hizo.

Pero no olvidemos que cuando se tiene una visión cuyo lema es “si me falta el amor no me sirve de nada”, ésta se convierte en una herramienta muy poderosa para cambiar el mundo, lo que nos rodea, e incluso mejorarlo. Aunque enfrente esté un peso pesado como Pedro.

Me parece una lección llena de interés y aprendizaje.

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