El pasado 24 de octubre escribíamos a propósito de lo que denominábamos calidad de las relaciones con los demás y de la importancia de todo ello a la hora de construir o formar parte de un equipo en cualquier organización. Y citábamos a diversos autores que ponían el foco en la necesidad de la conexión, la idea de formar parte de algo, el sentido que aportaba la experiencia, la necesidad de mejora individual para que hubiese mejora de equipo, etc.
Y nos gustaría, desde Senderos de Silencio, seguir hoy profundizando un poco en ello. Hay un maravilloso texto de Stanislavsky a propósito del teatro que comienza así “el problema de nuestro arte y, en consecuencia, de nuestro teatro, es crear una vida interior para una obra y sus personajes, expresar en términos físicos y dramáticos la idea núcleo, la idea que llevó al escritor, al poeta, a realizar su aportación”
Y en ese trabajo de crear esa vida interior para que la obra de teatro cumpla con su fin, para Stanislavsky todos los que intervienen son importantes. Desde quien está en la taquilla, el que acompaña al asistente a su butaca, los que trabajan en administración, los que se encargan del atrezo, los actores, etc. Todos ellos son co-creadores junto al autor. Y afirmará que cualquiera que de alguna manera obstruya los esfuerzos comunes para llevar a cabo la finalidad esencial debería ser declarado miembro indeseable de esa comunidad que participa en el teatro y en la puesta en escena de la obra.
Y es el momento de preguntarnos acerca de la vida interior que hay en los equipos de muchas empresas, y si queremos ampliar la visión y la perspectiva, preguntarnos acerca de la vida interior que se da en muchas empresas. Y al leer a Stanislavsky nos parece evidente que no se trata solo de procesos, procedimientos, normas o flujos de trabajo. Hay algo más. Una disposición, un estado de ánimo, una actitud que tenga como objetivo atender a la finalidad para la que ese equipo o empresa existe.
En tu trabajo, ¿hay vida interior como equipo, como empresa? Y por vida interior creemos que podemos pensar en comunicación, colaboración, aportación, apertura, escucha, empatía, perspectiva, respeto, sentido de servicio. Y muchas otras cosas más.
Terminamos. Puede ser muy interesante plantearse la pregunta de cuál es la vida interior del equipo del que formo parte, pero afirmamos que aún es más importante preguntarse por el modo en el cada uno está colaborando a construir esa vida interior. O si por el contrario está colaborando a cargársela o a impedir su construcción.
En el post anterior del pasado 24 de octubre hablábamos de belleza. Desde nuestro punto de vista, tenemos la certeza de que cuando hay vida interior, hay belleza.
Si construyes una vida interior para tu organización, estas construyendo belleza. No es poca cosa.
Uno de los problemas de nuestra sociedad, Emilio, es que hemos perdido la perspectiva. Solo pensamos en nuestro entorno más inmediato y el que está en la cantera picando piedra no se da cuenta de que está contribuyendo a levantar una catedral. Un abrazo.