El pasado mes de septiembre me invitaron a un evento que no tenía nada que ver con el mundo del management, de la empresa o de los mal llamados recursos humanos. Tenía que ver con las personas. Y allí, una persona, una mujer joven que estimo no tendría más de 30 años, nos dio toda una lección acerca del liderazgo. Y que cosas contó acerca del manido tema del liderazgo. Voy a intentar explicarlo.

Nos habló de la persona que está dispuesta a salir al encuentro del otro porqué tiene disponibilidad. Y cuando hay disponibilidad suele haber escucha y empatía. Y cuando todo eso se da, es porque la persona que sale a ese encuentro no está pensando de manera automática en la respuesta. Y ¡como nos gusta sentirnos escuchados!, Eso, nos hace sentirnos importantes, valorados y apreciados. Reconocemos que todo eso es cierto. Y si es así, hemos de preguntarnos acerca de la razón por la que no siempre estamos disponibles y dispuestos a escuchar. Y si no estamos ni disponibles ni dispuestos, es que no estamos considerando importante al otro.

En general, pocas personas saben gestionar la incertidumbre. No es fácil.  Una incertidumbre que suele venir armada y condicionada por las construcciones que cada uno de nosotros hace tomando como referencia nuestro pasado y nuestro futuro. Por eso, que importante es ser capaz de generar confianza a nuestro alrededor poniendo el foco en el presente, en el hoy y ahora. Y para ello nada mejor que explicar y clarificar. Porqué “a cada día le basta su afán”.

Tenemos poca costumbre de acompañar. Acompañar es más que un acto físico. Si se rasca un poco, acompañar es compartir la historia con el otro y en ese proceso de compartir se construyen relaciones. Si se me permite la expresión, acompañar es “pringarse”. Y cuando construimos relaciones, apreciamos y valoramos. Es casi imposible apreciar y valorar (amar) a quien no conocemos. Y qué importante es conocer cuando hay que liderar.

Quién está dispuesto a servir, más que a ser servido, suele ser alguien capaz de sacar lo mejor de las personas. Quién está más dispuesto a servir que a ser servido suele ser alguien que actúa conforme a principios y valores que todos reconocemos como buenos. En la actitud de servir hay amabilidad y hospitalidad. Por qué el que quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos. En cambio, tenemos una triste tendencia a “servirnos de”.

Otro elemento que se destacaba de ese liderazgo era el relativo a tomar decisiones. Nunca es fácil, pero hay que hacerlo muchas veces. Y es muy complicado cuando en esa decisión puede que te la vayas a jugar en el sentido literal. Ahí interviene ese importante sentido que es el de la “responsabilidad”. Saber que es lo correcto y hacerlo, aún a riesgo de. Y algunas decisiones de ese tipo hemos podido ver en algunas imágenes de la DANA, cuando hemos visto a personas jugarse el bigote para salvar a otros.

Verán. Yo ya había leído el libro “El servidor como líder” de Robert Greenleaf; y también había leído “Un líder como Jesús” de Blanchard y Hodges. Pero he de serles sincero, nadie como esa mujer joven subida al escenario me había explicado el liderazgo de un personaje como Jesús de Nazaret. Me limito en este texto a reflejar unas pocas cosas que ella expuso. Me dejo muchas otras consideraciones que, acompañadas de ejemplos de la vida del personaje, ayudaban aún más, a comprender el valor y la calidad de ese liderazgo.

Nos pasamos la vida hablando acerca del liderazgo, muchas veces intentando inventar la rueda y alguien, un día, te descubre lo evidente. Ese modelo de liderazgo lleva ya muchos años (miles) entre nosotros. Lo que sucede es que es exigente y no es fácil.  Por eso, es un liderazgo lleno de humanidad y cuando lo contemplas, descubres que trasciende y transforma.

Y si hubiese que hablar de resultados, no parecen haber sido pocos ni malos. Ahí lo dejo.

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