Desconozco, desocupado lector, si en alguna ocasión te has parado a pensar en si lo que valoras de ti es lo que eres o lo que tienes. Si lo que te define es lo que eres o lo que tienes. Si tu verdad está en lo esencial de tu vida o en lo accesorio por mucho brillo que tenga.
¿Sobre qué está construida nuestra vida? ¿sobre lo que realmente queremos y debemos ser?, ¿sobre lo fundamental?, ¿sobre los dones que hemos recibido?
Conforme hemos ido creciendo, ¿de qué manera hemos ido construyendo, con nuestras decisiones? ¿sobre lo mismo o hemos comenzado a desviarnos hacia otros territorios?
Y en ese proceso de crecimiento y de construcción de nuestra realidad como personas ¿cómo estamos usando nuestra libertad de decidir?, ¿hemos ido construyendo, pues, en la búsqueda del ser o en la búsqueda del tener?
Tener es una tentación tremenda porque genera apariencia, genera poder, deseo de más y parece que nunca es suficiente. Desde el tener tiendo a compararme con otros y desde esa comparación “disfruto” si mi tener es superior, pero “no aguanto” si mi tener es inferior. ¿Resultado? Una fuerte dosis de infelicidad a pesar de todas las apariencias. Centrarse en el tener, ciertamente, exige esfuerzo, pero demasiadas veces hay en su logro trapicheo, cesión de principios (de mi ser) y negociación de la que curiosamente la gente no se siente especialmente orgullosa con el paso de los años.
A mi juicio, centrarse en el tener es centrarse en lo accesorio, en lo secundario, no es centrarse en la esencia de la persona, en lo más profundo. Y la prueba de ello es que cuando la vida nos somete a duras pruebas estamos decididos a renunciar a todo ello con tal de volver a ser plenamente.
Construir sobre el ser no es fácil, exige esfuerzo, trabajo, sacrificio e incluso sufrimiento. Palabras casi todas ellas hoy en día rechazadas y malditas. Goethe decía “cuánto hay que sufrir” cuando hacía referencia a su proceso de creación, a lo más profundo y hermoso de su ser.
En muchas facetas de nuestra vida, y especialmente en el terreno profesional creo que no se trata de lo que tenemos sino de lo que somos, y eso se va construyendo conforme a nuestras decisiones y a nuestras elecciones.
Creo que Kipling lo reflejó de forma genial en su poema. Porque de eso se trata, de que seas un ser humano pleno. Lo mejor y más maravilloso que se puede ser en este mundo.
Ojalá los dones que la vida te ha dado y las decisiones que tomes te lleven a construir tu ser.
Es una muy buena reflexión. Tanto la educación como la sociedad como «entidad» , nos marca a fuego la importancia del «tener» y de «aparentar», habiendo conseguido llevarnos por el camino de las mentiras, la falsedad y la ignorancia. Yo soy víctima de ello, y ahora, con 50 años, me cuesta recuperar mi esencia. Gracias por esta sabiduría, y por tocar esa fibra, que nos tiene que hacer más «conscientes» de quienes somos.
Pues estoy completamente de acuerdo contigo. Muchas gracias por tu reflexión. Atentamente.