Aprendimos de personas como Nelson Mandela el valor de liderar la propia vida, incluso cuando todo alrededor parecía perdido.
Mandela, en sus años de cárcel, encontró fuerza en el hermoso poema de William Ernest Henley:
«…Y sin embargo la amenaza de los años me halla,
y me hallará sin temor.
Ya no importa cuán estrecho haya sido el camino,
ni cuántos castigos lleve mi espalda,
Soy el amo de mi destino,
Soy el capitán de mi alma.»
A pesar de que la libertad parecía imposible, Mandela estudió, aprendió el idioma de sus carceleros, rezaba, leía… Lideró su vida. No dejó que las circunstancias lo controlaran.
Pero no nos engañemos: ser el amo del propio destino no es fácil. La vida nos pondrá obstáculos, incertidumbres y desafíos. Aun así, vale la pena intentarlo.
Ahora imagina que eres joven. Has terminado tu FP o tu carrera y te preguntas: ¿y ahora qué? Sí, buscar un trabajo para empezar a ser independiente está bien. Pero… ¿y si te planteas algo más?
El sociólogo Richard Sennett, en su libro La corrosión del carácter, ya nos advertía de un mundo que se ha vuelto impaciente, obsesionado con el corto plazo. Y aquí está el desafío: construir un proyecto de vida a largo plazo, aunque no sepamos qué pasará mañana. En este mundo incierto, la única certeza eres tú. Tu capacidad para liderar y gestionar tu vida. Aunque te equivoques. Aunque no tengas garantías de éxito.
Y esta actitud no es egoísta. Es un regalo para los demás. Chesterton decía que, con nuestro comportamiento, podemos dar a los demás el sentimiento de su grandeza. Y Marianne Williamson nos recordaba: «No temas brillar, porque al hacerlo, ayudas a los demás a brillar también».
Sennett también preguntaba cómo sostener la lealtad y el compromiso en empresas que se desintegran o se reorganizan constantemente. Antes, muchos trabajaban toda su vida en una empresa, sentían seguridad y lealtad. Hoy, eso ya no existe.
La estructura tendrás que construirla tú. La seguridad vendrá de ti. Tu presente y tu futuro también. Liderar tu vida es imprescindible, porque nadie lo hará por ti.
Y mientras lo haces, tendrás también que tejer redes de relación con otros: con paciencia, honestidad, confianza, colaboración, empatía. Liderar tu vida también significa aportar valor a los demás. Darles su sentimiento de grandeza. Ayudarles a brillar.
Y liderar no es solo cosa de jóvenes. Da igual tu edad o tu cargo. Quizás pienses que por ser un alto directivo ya no necesitas replantearte nada. ¿Seguro? Tal vez aún no te has hecho las preguntas importantes.
Pero hoy quiero dirigirme a ti, joven. No sé si recitarás cada día el poema de Henley, aunque no estaría nada mal. Lo que sí sé es que debes plantearte liderar tu vida. Puede que pienses que eres joven y que tienes tiempo. Pero en la construcción de uno mismo, cada minuto cuenta.
La vida te espera. No la hagas esperar.
Mandela fue un personaje admirable. Gracias por recordarnos ese poema, Emilio. Qué fácil es, sin embargo, dejarnos abrumar por asuntos que, vistos en perspectiva años después, resultan irrelevantes…
El autocontrol y el autoconocimiento deberían ser materia obligatoria en el bachillerato.
Un abrazo
hola Miguel:
Como siempre, gracias por tu acertado comentario. Así es, Mandela fue un personaje admirable que puede tuviera unas características de personalidad excelentes, pero más allá de eso fue una persona que eligió como responder a la vida. Toda una lección y de la que hemos podido aprender mucho.
Un abrazo.