Desde hace unos cuántos días no paro de darle vueltas al poema “If” de Rudyard Kipling, especialmente a esa parte en la que dice “Si te puedes encontrar con el Triunfo y el Desastre, y tratar a ambos impostores del mismo modo”.

Nuestro diccionario nos dice que una de las acepciones de la palabra impostor es “que finge o engaña con apariencia de verdad” Y nuestra vida, nosotros mismos y nuestra verdad son mucho más que el triunfo o desastre que en cada momento hayamos vivido o vayamos a vivir. Es cierto que forman parte de nuestra vida, pero afortunadamente no son nuestra vida. Creernos el uno o dejarnos derrotar por el otro sería dejarnos engañar por una apariencia de verdad.

Decía C. S. Lewis que los humanos como espíritu pertenecemos al mundo eterno, pero que como animales habitamos en el tiempo. Es verdad que habitamos en el tiempo y seguramente es ahí donde, si no tenemos cuidado, pueda suceder que triunfo y desastre acaben convirtiéndose en el eje y centro de nuestras vidas.

Pero yo creo que lo que Kipling nos quiere decir es que ambos impostores no forman parte de ese mundo eterno que es el que de verdad nos convierte en únicos y especiales, más allá de los avatares que en cada momento nos toque vivir.

Ni triunfo ni desastre nos definen. No nos dejemos engañar por una apariencia de verdad, aunque los tiempos que vivimos nos digan casi siempre otra cosa.

Share This