Dice el escritor francés Paul Bourget que “hay que vivir como se piensa, si no se acaba por pensar cómo se ha vivido”. No me parecen, ni mucho menos, palabras vacías sino por el contrario creo que están llenas de verdad.

Cualquiera de nosotros ¿podría afirmar que vive como piensa? Seguramente haya personas que responderán afirmativamente a esta pregunta. Pero tengo para mí que si se rascase un poco más ante este interrogante pudiera surgir con facilidad otro más, ¿y como pienso?; Porque lo cierto es que vivimos de una manera en la que predomina la acción sobre la reflexión. Y si siguiéramos rascando probablemente hubiese otra pregunta más, ¿tengo tiempo para pensar? Si de algo nos quejamos, al menos los occidentales, es de una acusada falta de tiempo para casi todo. Cualquier programa de “gestión del tiempo” trata de solucionar esa falta y ausencia. Y cuando afrontamos cualquiera de esos programas lo hacemos, con demasiada frecuencia, desde la perspectiva de tener tiempo para hacer y no tanto tiempo para poder pensar. Nuestro mundo y nuestro modo de vivir, nos reclama acción y hemos acabado convirtiendo la reflexión en un extraño lujo solo para intelectuales y raros.

Alguna vez he leído que muchas personas al llegar la hora de su muerte reflexionan acerca de cómo han vivido. Posiblemente no debiéramos dejar para ese postrer momento esa reflexión. Creo que debiéramos otorgarnos la oportunidad de poder reflexionar respecto a cómo queremos vivir y, además, vivir conforme a lo que pensamos. Muchos argumentarán que no hay tiempo, que hay que actuar, pero me temo que actuar sin reflexionar es una de las graves señas de identidad de nuestro mundo y de nuestra realidad vivida.

Date tiempo para reflexionar y no dejes para el último día pensar respecto a cómo has vivido.

 

Share This