Siendo ya mayor encontré en la lectura de “Alicia en el país de las maravillas” un diálogo que me llamó mucho la atención. Lewis Carroll nos presenta una vivencia curiosa y aparentemente trivial del personaje de Alicia, pero que creo que tiene una gran profundidad. La transcribo de forma literal:
“El Gato, cuando vio a Alicia, se limitó a sonreír. Parecía tener buen carácter, pero también tenía unas uñas muy largas y muchísimos dientes, de modo que sería mejor tratarlo con respeto.
— Minino de Cheshire —empezó Alicia tímidamente, pues no estaba del todo segura de si le gustaría este tratamiento; pero el Gato no hizo más que ensanchar su sonrisa, por lo que Alicia decidió que sí le gustaba—. Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
— Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar —dijo el Gato.
— No me importa mucho el sitio… —dijo Alicia.
— Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes —dijo el Gato.”
He usado esta historia con frecuencia en clase para plantear a los alumnos que, si uno no sabe a dónde quiere llegar, el camino que elija es, en apariencia, de poca trascendencia. Cualquier sendero servirá si el destino es indiferente. Me pregunto hasta qué punto esta actitud —no definir un destino— es parte de nuestra época, marcada por la incertidumbre y la multiplicidad de opciones. Quizás vivimos en un mundo que valora más el estar en movimiento que pararse a preguntar hacia dónde.
Pero, ¿realmente da igual a dónde vayamos? ¿Es irrelevante el camino que elegimos? ¿O supone renunciar a esa libertad valiosa de decidir y construir un rumbo propio? Vemos que Alicia no busca tanto escapar de donde está, sino que simplemente navega en la indeterminación.
Hace siglos, el poeta latino Ausonio se preguntaba, de manera muy distinta:
“Quod vitae sectabor iter”: ¿qué camino elegiré para mi vida?
La pregunta parte de una inquietud genuina y profunda: para él, el destino y, sobre todo, el camino tenían importancia. Buscaba una orientación vital, algún asidero para decidir y dotar de sentido a su existencia.
Creo que aquí está la gran diferencia: Ausonio representa la búsqueda consciente de un sentido en las decisiones y en el rumbo vital, sabiendo que cada elección, aun incierta, importa. El diálogo entre el Gato de Cheshire y Alicia, en cambio, nos enfrenta a la paradoja contemporánea: la elección sin propósito definido, donde cualquier camino es igual de válido… hasta que descubrimos, tal vez tarde, que sí que nos importaba el destino.
Para quienes están comenzando su vida profesional, formularse esta pregunta (“¿qué camino quiero elegir?”) puede ser una brújula valiosa en medio de tanta incertidumbre y presión por decidir rápido. Si ya llevamos cierto recorrido, preguntarnos de nuevo por el camino puede ayudarnos a redefinir prioridades y asegurarnos de que seguimos un rumbo acorde a nuestros anhelos auténticos.
No se trata de tener siempre una respuesta cerrada, sino de mantener viva la pregunta y la disposición a revisitar el propio camino. A veces, lo importante no es tanto la meta final, sino la conciencia de por qué elegimos avanzar en una dirección y no en otra.
Termino. El poeta Thomas S. Eliot expresó esta idea de manera conmovedora:
“No cesaremos de explorar/ Y el final de toda nuestra exploración/ Será llegar a donde comenzamos/ Y conocer el lugar por primera vez.”
Esta indagación incesante es, al fin y al cabo, el arte de vivir: preguntarnos, buscar y revisar nuestro camino no como un signo de pérdida, sino como parte esencial de encontrarnos a nosotros mismos. Si mantenemos viva la pregunta —como Ausonio—, llegará el momento en que comprendamos lo valioso de nuestro punto de partida, aquello que siempre estuvo ahí y a lo que hemos de dar un sentido personal y auténtico. Indagar, preguntar, reflexionar. Rara vez nos encontraremos con la certeza absoluta, rara vez tendremos todas las respuestas, pero sabremos que estamos en camino mientras nos sigamos haciendo preguntas.
¿Y tú? ¿Has pensado últimamente qué sendero quieres recorrer? ¿Piensas como Alicia, o piensas como Ausonio y Eliot?
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