Con toda modestia, dado que no me puedo considerar un experto, desde hace ya unos meses he venido dándole vueltas en mi cabeza a lo que entiendo son retos del liderazgo o, mejor dicho, retos que han de afrontar ahora, y en tiempos venideros, aquellas personas que ocupan puestos de responsabilidad en cualquier tipo de organización.
Y ¿por qué hablo de retos? Pues la verdad, por qué considero que todos y cada uno de ellos llevan en su interior algo que obligará, al menos en mi modesta opinión, a cambiar el modo de pensar y el modo de obrar de aquellos que desempeñan roles directivos en las organizaciones.
Comencemos.
Hace no mucho leí que uno de los pilares en los que se fundamentan las denominadas teorías humanísticas es el denominado “liderazgo ético” Proponen que se ejerza el liderazgo de un modo tal que se libere a las personas de las ataduras propias de las organizaciones (estructuras rígidas, burocracia, etc.) y que así puedan poner en funcionamiento todo su potencial. No es un mal deseo y es un fantástico reto de carácter general. Es decir, algo que yo vengo afirmando desde hace mucho tiempo con la siguiente expresión y que me pertenece plenamente: que la empresa se convierta en la caja de herramientas del talento.
Liderazgo femenino. Diversos estudios y artículos ponen de manifiesto que la mujer desarrolla un liderazgo más empático y generoso a la hora de dar autonomía; que usa el sentido del humor, algo eficaz en tiempos de crisis; que es capaz de ver con humildad la realidad con la que trabaja y con disposición a aprender y a establecer relaciones que aporten valor en todo momento. En general, los estudios sugieren que el liderazgo femenino aporta perspectivas valiosas y que es crucial implementar cambios estructurales para eliminar barreras y promover la igualdad de género.
Liderazgo remoto. La pandemia generó un implosión del trabajo online, del teletrabajo. En aquellos tiempos todo el mundo afirmaba que había venido para quedarse. Lo cierto es que, en muchas compañías y algunas de renombre, el teletrabajo ha desaparecido o se ha virado hacia modelos híbridos. Se debatió sobre como liderar en remoto y, sospecho que, sigue siendo un debate de fondo porqué muchos managers no tienen muy claro como ha de ser el liderazgo de los profesionales que están lejos. Reconozco que siempre me sorprendió este debate. Al leer y escuchar al respecto no podía evitar preguntarme como hizo alguien como San Pablo para construir la Iglesia en tiempos de viajes inacabables y cartas sin seguridad de que llegaran a su destino. Aún así, da la impresión de que lo hizo bien. Acepto y valoro el valor del capital social que se genera en una empresa con la relación cercana y directa. No obstante, quiénes dirigen tendrán que aprender a dirigir en remoto dado que para las nuevas generaciones la opción del teletrabajo es algo inexcusable. Y siempre cabe hacerse una pregunta ¿cómo lo hacen los directivos comerciales cuando dirigen equipos distribuidos por un territorio amplio y disperso? Quizás se pueda aprender de ellos.
Liderazgo compartido. Confieso el impacto que me generó la lectura de Reinventar las Organizaciones de Frederic Laloux. Su idea de dejar de lado la jerarquía; buscar las posibilidades de una red de influencia mutua basada en la experiencia y el conocimiento; favorecer la descentralización; acercar la decisión a quien más sabe; fomentar la transparencia y un largo etcétera de posibilidades me pareció de lo más sugerente. En la sociedad del conocimiento, en las empresas del conocimiento, quizás haya que plantearse otro modo de llevar a cabo la dirección de personas, otro modo de liderar. Y considerando los ejemplos que exponía en su libro deberíamos tomar nota.
Liderar al nuevo talento. Los que somos de rrhh estamos acostumbrados a las listas de requerimientos de competencias para el año X; lo que Davos señala como fundamental; al último estudio de la consultora Y acerca de lo que las empresas van a necesitar para el presente y el futuro, etc. Casi siempre han resultado (con alguna honrosa excepción) llenas de continente y con poco contenido. Casi me atrevería a decir “flor de un día”. Sin embargo, he de decir que la mentalidad con la que las nuevas generaciones, el “nuevo talento” afronta la realidad del trabajo es algo mucho más de fondo y que no se va a ver absorbido por los fuegos de artificio habituales. Vida equilibrada, trabajar para vivir, salud mental, propósito en el trabajo, coincidencia en los valores, desarrollo y aprendizaje entre otros, son algo más que una lista de reclamaciones. Son un modo nuevo de entender el mundo, el trabajo y su relación con el mismo. ¿Están los directivos y mandos de hoy preparados para ello? Me temo que la respuesta es que no, en un porcentaje muy elevado.
Liderazgo en tiempos de complejidad. En alguna otra ocasión he mencionado a Eduardo Manchón. Hace ya tiempo escribió un artículo en el que afirmaba que cada vez es más habitual encontrarse con trabajos en los que una tarea intelectualmente compleja la tiene que liderar, definir y organizar la misma persona que la ejecuta, o si acaso un pequeño equipo de ejecutores extremadamente alineados con un conocimiento compartido brutal, íntimo, casi telepatía”. El trabajo ha cambiado por el impacto de la tecnología. Eduardo Manchón los denominaba “individual contributors”. Por tanto, podemos preguntarnos si se está separando la gestión de personas y el liderazgo ejecutivo ¿Ya no son la misma persona? ¿Apunta por ahí el futuro? Y eso nos plantea nuevos problemas. Más allá de la capacidad técnica, ¿dispone ese trabajador cualificado de las capacidades necesarias para liderar a otros? ¿Pueden convivir en armonía ambos tipos de liderazgo?
En fin, no pretendo agotar aquí los posibles retos. Seguramente haya más e incluso más interesantes. Pero estos que yo he detectado me parece que tienen la suficiente enjundia para que quien se dedica a esto le eche una buena pensada como se decía antes.
Desocupado lector, ¿se te ocurren otros retos que añadir a esta relación? ¿crees que los expuestos son razonables y realistas?
Espero tus noticias.
Magnífica y sugestiva reflexión, Emilio.
Respecto del liderazgo en tiempos de complejidad, estoy viendo ‘The Pitt’, una serie sobre una sala de urgencias de Pittsburgh cuyo responsable (encarnado por Noah Wyle) es el líder-que-lo-sabe-todo. Si hay que atender un caso que se escapa de la pura rutina, ahí está Noah, supervisando y comprobando que los miembros de su equipo no se equivoquen. Y cuando se equivocan o la cosa se pone peliaguda, se arremanga y lleva a cabo (generalmente con éxito) una compleja técnica que le enseñó alguna leyenda de la medicina (una especie de maestro Saolín).
La serie es muy buena, no me interpretes mal, pero ilustra un tipo de gestión muy específico y no demasiado complejo. Si sabes todo lo que hay que saber en todo momento y eres el más hábil, liderar está chupado.
El problema es mandar a gente que sabe más que tú, algo habitual en un periódico, donde, por ejemplo, los redactores saben de lo que escriben mucho más que sus jefes, y no digamos ya los programadores que se encargan del sistema editorial. Ganarte el respeto y la confianza de tus subordinados en esas condiciones sí que tiene mérito, y me temo que son las más habituales en los tiempos de complejidad que vivimos.
Yo creo que en todos los retos a los que aludo hay cierta complejidad. Si bien es cierto, que en el caso de liderar a gente que ssabe más que tu la cosa se complica. Si te soy sincero, lo que me parece más complicado es esa referencia a un liderazgo ético que abra puertas y elimine barreras y estructuras, algo que también plantea el libro «Reinventar las organizaciones». Ahí, si que me parece que hay un reto enorme: convertir la empresa en la herramienta del talento. Gracias por tu comentario. Un abrazo.