En esta red y en otros lugares me encuentro con mucha frecuencia con críticas muy duras (y a veces muy ácidas) dirigidas a reflexiones y expresiones que no hace mucho causaban cierto furor entre los mismos que ahora las critican. Cual sea la razón para ello la desconozco y tampoco me importa mucho. Ante todo, que viva la libertad de expresión

Verán, a mí me gusta mucho la expresión “convertirnos en nuestra mejor versión” y la uso con frecuencia. La considero como la expresión actual del “magis” jesuita o ignaciano. Una expresión latina que significa más.

Y aunque el “magis” de San Ignacio está directamente vinculado a la relación que cada uno ha de tener con Dios, nos puede marcar también un modo de vivir, la intensidad y el cariño con el que hagamos las cosas, el ir más allá y no tanto en términos de cantidad, sino de calidad.

Convertirnos en nuestra mejor versión, al igual que el “magis” para mi es huir de la mediocridad y no limitarnos a hacer en nuestra vida personal y profesional muchas veces eso que, en lenguaje taurino, se define como “una faena de aliño”.

Soy consciente que muchas palabras y expresiones se usan “ad nauseam” y pueden acabar perdiendo a nuestros oídos, corazón y mente el valor que tenían en un primer momento. El problema no está en ellas y en lo que quieren decir.

Es posible que cuando usamos algunas de esas expresiones, nosotros mismos puede que no estemos siendo ejemplares y no estemos actuando en coherencia. E incluso, aunque fuésemos ejemplares, puede que haya personas a las que les siga molestando la expresión. Pero ese es otro problema. Ese es su problema.

En cualquier caso, convertirnos en nuestra mejor versión no debiera ser una mera expresión, debiera ser un reto diario, nuestro “magis” particular.

Sinceramente creo que es lo que la vida espera de cada uno de nosotros.

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