Hay películas que dejan huella en el corazón y en la cabeza. Una de ellas ha sido Seis triple ocho. Con este título original se hace referencia al batallón 6888º en el que mujeres de color, en concreto 855, fueron trasladadas a Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial y a las que se les encomendó la complicada tarea de poner al día el enorme retraso que el correo de los soldados americanos acumulaba, con el consiguiente impacto que ello tenía en los propios soldados destinados en el frente y en las familias que esperaban ansiosas noticias de ellos en Estados Unidos. Fueron las únicas mujeres de color que durante la Segunda Guerra Mundial viajaron fuera de su país vistiendo el uniforme militar.
La historia que cuenta la película es real. Y es por eso por lo que sorprende el valor y el mérito del trabajo que hicieron estas mujeres y el modo en el que lo hicieron.
Verán, a lo largo de la película se asiste a una acumulación constante de trabas y objeciones a las posibilidades de que esas mujeres pudieran, en primer lugar, existir como una unidad de las fuerzas armadas; y, en segundo lugar, ser capaces de llevar a cabo la misión que se les encomendó. Al hecho de ser mujeres debieron añadir el hecho de ser de color. Y sus superiores tuvieron con ellas comportamientos denigratorios y racistas.
Pese a todo lo que tuvieron que soportar, cumplieron con su misión de manera eficaz. Y de todo ello y del comportamiento que mantuvieron, se pueden obtener importantes lecciones que pueden sernos de gran ayuda en todo momento.
Pese al comportamiento de las instituciones de su país con ellas, en todo momento mantuvieron una actitud de amor y respeto a su país y a la bandera que lo representaba.
Supieron mirar más allá del montón de mierda que les pusieron delante. Fueron capaces de ver que, si acababan con ese montón de mierda, quiénes se beneficiarían serían los miles de soldados que en el campo de batalla debieran preocuparse tan solo de vencer al enemigo y no de las razones por las que no tenían noticias de su familia. Y esos soldados eran prácticamente todos blancos. Viendo la película, se entiende muy bien lo que significa el sentido del deber. .
Una enorme tolerancia a la frustración. En un primer momento viendo que, pese a todos sus esfuerzos, el mando no quería contar con ellas. En un segundo momento, cuando en plena misión todo eran dificultades y la ayuda recibida nula.
La enorme capacidad de autoliderazgo de la líder de ese grupo, la comandante Charity Adams, que supo resistir la tentación de actuar violentamente frente a quien la manifestaba desprecio, y de frenar esa tentación en las mujeres que tenía bajo su mando. Solo hubo un momento en el que rompió esa norma de conducta, y en el momento en el que fue necesario y conveniente hacerlo. Y lo hizo. Un perfil humano en el que se juntó una enorme capacidad de dirigirse a sí misma y de dirigir a las demás.
Al terminar de ver la película diferentes sensaciones. Deberíamos conocer más historias como esta. Seres humanos que hicieron algo notable, con la mirada puesta en otros y pese a todas las dificultades.
La RAE define el honor como “cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo” Vivimos tiempos en los que la palabra honor y ese significado tan profundo y lleno de belleza puede que no esté de moda.
Yo creo sinceramente que las mujeres del 6888º tuvieron un elevado sentido del honor. Cumplieron con lo que se les pidió para otros y cumplieron consigo mismas. Y en ello hay toda una lección de grandeza de la que se puede aprender mucho.
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