Cuando tenía unos 25 años cayeron en mis manos unos comics que se titulaban Sturmtruppen y que relataban con bastante ironía, mala leche y un humor genial, las vivencias de unos supuestos soldados alemanes durante la segunda guerra mundial. Especialmente crítico era con los oficiales del citado ejército. Había también otro personaje, de origen italiano, apodado “el fiel aliado Galeazzo Musolessi” que nunca salía bien parado en cuanto a sus cualidades como soldado. Por cierto, el autor de los comics era italiano.

Era un humor directo que imagino que hoy sería vilipendiado desde todos los ángulos, con todos los epítetos posibles.

Una de las historias que relataban esos comics era la de unos oficiales alemanes enseñando al fiel aliado Galeazzo diversas armas denominadas por aquellos como estratégicas, y los citados oficiales comentaban “ahora si que ha debido quedar impresionado nuestro fiel aliado”. Terminada la exhibición, el fiel aliado comenzó entonces a mostrarles su huerto cavado en las trincheras y en el que había tomates, lechugas, calabacines y demás hortalizas también denominados estratégicas por él. El comentario irónico de un soldado alemán ante aquella demostración del fiel aliado era que no parecía efectivamente impresionado.

Y viene esto a cuento por el hecho de lo habitual que se ha vuelto el hablar y escribir (especialmente en esta red) de liderazgo estratégico de personas o de desarrollo estratégico de personas como si la palabra estratégico le diese un plus o un toque mágico. Imagino que todo esto está relacionado, a su vez, con toda esa tendencia (que ya tiene veteranía) que habla de convertir a rrhh en socio estratégico en la organización/empresa.

No recuerdo si también se habla de comercial estratégico, finanzas estratégicas, producción/fabricación estratégica, IT estratégica, dirección general estratégica, etc. Tengo la sensación de que por ahí no se usa ese apellido con tanta profusión.

Yo reconozco que cada vez que oigo o leo lo de estratégico en relación con las personas no puedo evitar acordarme del “fiel aliado Galeazzo Musolessi” y el escaso impacto que le generó la exhibición de los oficiales alemanes. Seguimos con los nombres, los envoltorios y el maldito nominalismo.

No se si se trata de táctica, estrategia, de ambas o de qué demonios se trata, pero cada día que pasa me parece más evidente que seguir pensando en recursos (por mucho apellido estratégico que se le ponga) no es la solución. Y reconozco que cambiar el modo de pensar no es fácil, está muy arraigado en todos, incluidos los que trabajan en ese ámbito. Creo que los resultados no debieran estar reñidos con las personas porque son éstas quiénes los generan. Conectar ambas realidades pensando en los recursos de las personas y en la empresa como la caja de herramientas de las personas, creo que es el camino apropiado.

Y si así fuera, si el cambio apuntase por ahí, no pasaría nada si se volviese a usar el nombre de Jefe de Personal aunque a más de uno/una le diese un chungo.

 

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