Hace años, creo recordar que hacia el 2011, y con motivo de un seminario formativo que iba a impartir a profesionales del sector farmacéutico, visitamos todos juntos la «Catedral de Justo» en Mejorada del Campo como parte del propio seminario. Además de ver la construcción, tuvimos la oportunidad de charlar con él.
Ante esa construcción que puede o no gustar, pero que no deja indiferente, no pude evitar preguntarme a mi mismo acerca de la razón por la que alguien se había puesto, con la sola ayuda de sus manos, a construir esa catedral: ¿una vocación?, ¿un sueño?, ¿una ofrenda a Dios? A la entrada, un cartel contaba la historia de Justo Gallego, su inicial vocación sacerdotal, su abandono del convento siendo joven por culpa de la tuberculosis y su decisión final de quedarse en Mejorada y comenzar en unos terrenos propios la construcción de la catedral.
En la conversación que mantuvimos con Justo me sorprendió su profunda fe en Dios, su fortaleza, su ánimo, su profunda serenidad y su conocimiento de la Biblia y de algunos autores clásicos de la teología. Ya era mayor entonces, pero todavía se le veía trabajar con su bata azul y gorro de lana rojo sobre la coronilla. Mientras conversábamos con él me preguntaba (no me atreví a hacerle la misma pregunta a él) si no hubiera sido más lógico haber hecho una construcción más pequeña, una capilla más chiquitina. Ya la habría terminado y seguramente podría descansar de tantos años de esfuerzo. Pero después pensé que esa construcción era como la vida de cada uno, nunca terminamos de ver construido todo lo que anhelamos y cuando llega el final siempre acaban quedando cosas por hacer. Y como dicen hoy tantos modernos, no importa el resultado final ni quizás la meta, lo que importa es el camino que se ha recorrido. Y vive Dios que su camino ha sido inmenso.
En algunos lugares de su catedral se pueden encontrar de forma reiterada las mismas palabras: amor, bondad, sacrifico, entrega, tesón, fe. Cinco palabras que para Justo se convirtieron en razones y convicciones. Sospecho, en cambio, que el mundo mira hacia otros lados y difícilmente comprende lo que este hombre hace. Ni siquiera cuando hace años la bebida Aquarius le dedicó un anuncio, creo que supiera comprender lo que Justo hacía y porque lo hacía.
Hay muchas cosas en su catedral que sorprenden. Una de ellas son los materiales que ha venido utilizando para su construcción. La gran mayoría son materiales desechables y reciclados: lo que otros ya ha usado y considerado poco útil. No deja de tener su historia que este mundo en el que todo ha de ser nuevo, en el que lo viejo parece no valer ya, Justo haya construido su sueño, su visión con ese tipo de materiales.
¿Le falta estética? puede que si. Pero nos muestra otra manera de ver el mundo, más allá de la apariencia. No es lo primero que vemos, si rascas hay otras cosas. Si se mira el corazón de lo que ha construido no se puede evitar pensar ¡caramba! Más adelante he vuelto otras veces a Mejorada a visitar la «Catedral de Justo». La última vez mirando y paseando por el interior al marcharme, una nueva pregunta rondaba por mi cabeza ¿Qué es lo que ve Justo que nosotros no somos capaces de ver?
A día de hoy la catedral parece que será finalizada por El Obispado y por Mensajeros de la Paz. Es una buena noticia. Justo ya no trabajará más sobre ella pero estoy seguro que desde el lugar al que el siempre imaginó llegar, podrá ver como los trabajos finalizan.
Que descanse en la paz de Dios.
Si pueden, dense una vuelta por allí. Merece la pena. Justo ya no estará, pero estará su «catedral» y contemplándola no será difícil verle a él.
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