Déjennos que dediquemos un tiempo y una reflexión al manido tema del liderazgo. Y quizás hoy vamos a intentar poner el foco en ese liderazgo que ha de llevarse a cabo sobre otras personas: aquellas a las que hay que liderar. Y nos hemos encontrado con tres verbos que nos parecen muy interesantes y necesarios, si se quiere ejercer ese liderazgo generando valor en el sentido más amplio y noble de la palabra, y no solo en términos económicos.

Partimos de la premisa de que en una organización se camina en una misma dirección y que lo razonable es que quiénes formen parte de esa organización caminen juntos. Vamos a poner nuestra mirada en esa idea del caminar.

Para nosotros, quien ejerce el liderazgo ha de salir al encuentro de las personas que están caminando en la misma dirección. O, al menos, dejarse encontrar por ellas. Aunque quizás sea más interesante ese salir, una actitud activa. Hace muchos años se escuchaba una frase muy manida que decía “mi puerta siempre está abierta”. Creemos que quien ejerce el liderazgo ha de salir a encontrar, tener esa disponibilidad, incluso curiosidad por ese encuentro. Y no es tanto montar un evento o una convención en la que, como prueba de cercanía, se sienta en otra mesa a comer. Si fuese posible, quien lidera ha de salir a encontrase uno a uno. Y salir al encuentro requiere valentía, disponibilidad, apertura, ganas, empatía,

El segundo verbo que ha de ponerse en funcionamiento es escuchar. Salir al encuentro hacia el otro debe ser algo más que el mero hecho de que me vean. Escuchar implica muchas cosas.  Es algo más que simplemente poner el oído. Implica tiempo, atención, acogida, respeto, mirar a los ojos, apreciar. Todo un arte. El encuentro no puede convertirse en un monologo de quien es líder hacia el otro. Escuchar supone que el otro es importante, digno de ser escuchado porqué puede aportar. Hemos estudiado y leído muchas cosas acerca de la escucha, pero me temo que aún no hemos aprendido a ponerlas por obra. Y cuando nos sentimos escuchados, nos sentimos apreciados, valorados, cuidados y respetados. Y eso es algo que el líder o quien quiera serlo, ha de transmitir al otro siempre que hay encuentro

Hay un tercer verbo que a nosotros nos gusta mucho: discernir. Nuestro diccionario define la palabra discernir como “distinguir algo de otra cosa, señalando la diferencia que hay entre ellas. Comúnmente se refiere a operaciones del ánimo”. El María Moliner habla de “tener criterio para conocer la conveniencia o inconveniencia”. Y es verdad que es una palabra que tiene bastante recorrido en el ámbito espiritual y/o religioso, pero nos gusta esa idea de distinguir, señalar la diferencia. Y es en el encontrar y escuchar como de forma conjunta líder y liderado pueden ayudarse mutuamente, compartir sus experiencias y hasta su “sabiduría” para mejorar y diferenciar lo adecuado de lo inadecuado. Y hacer, de todo ello, que ese camino que se recorre conjuntamente sea aún más fructífero. De alguna manera, a nosotros nos parece que en el discernir hay aprendizaje y que en una organización ese aprendizaje ha de ser mutuo y fomentado por quien ha de ejercer el liderazgo.

Tres verbos que suponen, a nuestro juicio, todo un reto para quien quiera ejercer un liderazgo que aporte verdadero valor en cualquier organización.

Ahora, si eres líder, pregúntate si estás saliendo al encuentro, escuchando y haciendo lo necesario por practicar esos tres verbos junto a aquellos que también quieren construir camino. Y si lo vas a ser, pregúntate si estás dispuesto a ponerlos en marcha como una seña de identidad de tu gestión.

Nota final: Esta reflexión se ha inspirado en dos hechos aparentemente muy separados entre sí. Una homilía del Papa Francisco del año 2021 y  la reciente experiencia vivida por los Reyes de España en la población de Paiporta.

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