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En el año 2021 en el periódico digital EL CONFIDENCIAL, Eduardo Manchón planteaba unas reflexiones muy interesantes cuando afirmaba que el rol de jefe estaba cambiando porque determinados trabajos tienen tal “nivel de complejidad que solo la misma persona que ejecuta la tarea es capaz de definirla y de liderarla”
Tradicionalmente, la organización del trabajo ha sido esencialmente jerárquica y, en la misma, el empleado se limitaba a ejecutar lo que le ordenaban.
Desde el punto de vista de Manchón la naturaleza del trabajo ha cambiado y sigue cambiando fruto de la revolución tecnológica y para esto quizás ya no valga el tradicional librito de management en términos de comunicación, coordinación, equipo, etc. Su tesis era que una “tarea intelectualmente compleja la tiene que liderar, definir y organizar la misma persona que la ejecuta, o si acaso un pequeño equipo de ejecutores extremadamente alineados con un conocimiento compartido brutal, íntimo, casi telepatía”. A estos nuevos perfiles Manchón los definía como “individual contributors”. Es decir, casi una autonomía total y si eso es así, surge una pregunta importante ¿Cuál es entonces el papel del manager? Y afirmaba que en muchas empresas tecnológicas la gestión de personas y el liderazgo ejecutivo se están separando, ya no son la misma persona.
Y si lo que planteaba Manchón era cierto, esa posible separación puede plantear situaciones curiosas y también problemas. El manager tradicional ¿va a estar abierto a que su papel se limite a la gestión de personas a nivel organizacional, transmisión de la cultura, mentorización de carreras y resolución de conflictos personales? El líder ejecutivo, más allá de sus capacidades y conocimientos técnicos y tecnológicos, ¿va a necesitar determinadas habilidades de las denominadas blandas para liderar personas en cada determinado proyecto en el que sea vea involucrado?, ¿cómo va a ser la colaboración/coordinación entre ambos tipos de liderazgo que recaerá sobre distintas personas?
En fin, lo que parece evidente es que el nuevo talento, propiciado por la revolución tecnológica, plantea un reto muy importante desde el punto de vista de la gestión y liderazgo de las personas.
Un ejemplo muy interesante y cercano a esta reflexión que planteamos aparece en una escena de la película The Martian que enlazo más abajo. En la película se viven los complicados momentos en que se está estudiando y analizando como traer de vuelta a casa al astronauta que se ha quedado solo en Marte. Se nos presenta a un personaje, Rich Purnell, que parece ser un genio tecnológico a los efectos de hacer cálculos, aproximaciones y demás para un vuelo espacial. Es interesante la escena por lo que su personaje representa (ese líder tecnológico y ejecutivo) y el papel que desempeña el que parece ser su jefe. Y tiene lógica la pregunta/afirmación que le formula a Rich respecto a “si entiende que sigue siendo su jefe”
Es cierto, vivimos y quedan por venir tiempos muy interesantes. Conviene prepararse para ellos. Y lo honesto es preguntarse si lo estamos. Y si no es así preguntarse con honestidad qué se puede hacer más allá de plantearse la implantación de modelos nominalmente “agiles”.
“The Martian” (2015) Donald Glover falls scene (youtube.com)
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