Cuando leo y escucho las noticias sobre la expansión del virus en España durante estos días de verano y la manera en que lo está haciendo especialmente en reuniones y encuentros no puedo evitar pensar en como la prisa ocupa un lugar fundamental en nuestra vida, tan fundamental que creo ha absorbido de forma irreal a la idea de tiempo.

Es la prisa la que ha provocado que se haya perdido de vista la necesaria prudencia que reclama la presencia del virus entre nosotros. De forma, quizás demasiado rápida, muchas personas se han lanzado a la calle o a cualquier otro lugar para volverse a encontrar, mirarse y hasta tocarse después de un largo confinamiento. Todo ha sido, o eso parece, demasiado rápido, parece que a ciertas personas les come “el ansia viva” como decía un conocido humorista, por volverse a encontrar y retomar los tradicionales hábitos de las relaciones sociales. ¿es posible que esas prisas supongan un precio demasiado alto que nos haga volver hacia atrás? Y me pregunto ¿no había tiempo o es que teníamos prisa? Y pienso aquí especialmente en la gente joven para la que todo ha de ser rápido.

Verán, hace tiempo leí las palabras del capítulo Génesis que relatan la creación. En el relato del Génesis, el autor del mismo nos cuenta como Dios va creando las cosas: el firmamento, las estrellas; la tierra y el mar; la vegetación, los árboles y las plantas; la noche y el día, los animales de la tierra, los del mar; a la mujer y al hombre. Y a cada una de esas creaciones las dedicó un tiempo, en concreto un día. Y después de cada una de esas creaciones Dios veía que estaba bien. Y para todo ello dedicó Dios seis días y al séptimo descansó. Tras esta lectura me parecía que estaba ante el primer caso en la historia de planificación y revisión de lo hecho. Me preguntaba a mí mismo si tenía sentido que Dios dedicara seis días a la creación, si siendo Dios podía haberlo hecho en un solo día, que digo, podía haberlo hecho en un abrir y cerrar de ojos. Y me sorprendía que Dios mirarse su obra, viese que estaba bien y además descansase. Tengo para mi que en esas palabras había mucha sabiduría y mucho de ejemplo a seguir.

Hay otro texto de la Biblia, en concreto el Eclesiastés en su capítulo 3 que nos cuenta también de una manera muy bella que «todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo». Por cierto, que los Byrds un grupo estadounidense de los años 60 crearon una hermosa canción “Turn, turn, turn” con la letra de este último texto. Vean el vídeo al final del texto.

En fin, que me parece a mi que vivimos de una manera en la que nuestro problema no es el tiempo o la falta de este, sino más bien la prisa que todo lo domina y todo lo impregna. Vivimos de una manera en la que todo ha de ser “ya” o “antes de ya”: comida rápida a domicilio, comprar cualquier cosa de forma online y tenerlo a nuestra disposición de manera inmediata, el mero hecho de esperar diez minutos un nuevo autobús o metro si hemos perdido el anterior nos supone un evidente momento de malestar. Parece que la prisa todo lo contamina. Y no digo yo que no haya momentos en que haya que moverse deprisa, pero ¿para todo?, ¿siempre?, ¿en cualquier momento y circunstancia? La prisa se ha convertido en un modo de vivir y me temo que nada positivo nos está aportando. Hasta en nuestras comunicaciones, más básicas, no urgentes y no importantes, ha de reinar la inmediatez, la prisa.

Y vivir con prisa nadie de fuera nos lo ha impuesto, hemos sido los seres humanos los que la hemos inventado y creado. Y ¿cuál es, a mi juicio, el precio que estamos pagando por ello? Nos perdemos los instantes hermosos, perdemos la conversación fructífera y enriquecedora, renunciamos a contemplar la belleza con serenidad, abandonamos el trabajo bien hecho que exige tiempo y revisión, etc. Vivimos como esos grupos de turistas a los que vemos ir corriendo de un sitio a otro para poder ver todo, pero sin poder contemplar y sin aprender casi nada.

Termino. Volviendo a la Biblia Jesús de Nazareth en un momento dado recuerda que a “cada día le basta su afán”. Pero nuestro afán es demasiado rápido, vivimos empeñados en sustituir el tiempo y lo que significa, por la prisa. creo que todo ello es un error.

Los seres humanos hemos inventado la prisa pero no hemos conseguido conquistar el tiempo que sigue perteneciendo a Dios.

 

Share This