Leí el año pasado que Peter Drucker en alguna ocasión recomendó leer las epístolas de San Pablo si se quería aprender algunas cosas esenciales acerca del liderazgo. Desde entonces, he de reconocerlo, cuando leo sus cartas voy descubriendo numerosas perlas que antes me habían pasado escondidas.

Hace dos semanas tuve la oportunidad de entretenerme en una de sus epístolas que me llamó poderosamente la atención. En concreto es la que se conoce como Segunda Carta a Timoteo en el capítulo 4, donde San Pablo parece ser consciente de que ya le queda poco en este mundo y afirma que su partida es inminente. A continuación, realiza una afirmación que se me ha quedado grabada: “he combatido el noble combate, he concluido la carrera, he guardado la fe”. A mi juicio toda una declaración muy consciente y llena de belleza, cuando se acerca el final de la vida, de que uno ha hecho lo que creía honestamente que tenía que hacer.

Si cualquiera de nosotros hiciese ahora mismo un alto en su camino vital y se imaginara que el final está ya cerca ¿podría afirmar lo mismo que Pablo respecto a su propia vida? Si nos preguntásemos acerca de nuestro combate tendríamos la certeza de haber estado en el combate que era nuestro, el que nos correspondía y que hemos planteado noble batalla; si nos preguntásemos acerca de la carrera vital y profesional que hemos vivido tendríamos la sensación de haberla concluido, aunque haya sido como un atleta exhausto; si nos preguntásemos acerca de nuestros afectos y creencias podríamos afirmar que los hemos mantenido con fidelidad y amor.

A mi personalmente me gustaría al final de mis días, si Dios me da esa oportunidad, poderme preguntar lo mismo que Pablo y ojalá dar una respuesta muy parecida a la suya. Pablo sabe que como todo ser humano nada se puede llevar al otro lado, pero lo que queda es un recuerdo y una memoria que se ha ido construyendo a lo largo de toda una vida: combate, carrera y fe. En esas tres palabras San Pablo resume su existencia.

De cómo se haya vivido y respondido a la vida dependerá el legado que quede: Puede haber sido una vida muy aparente pero no vivida, o puede haber sido una vida desgastada noblemente en el servicio a los demás, pero plenamente vivida pese a todas las dificultades.

He combatido el noble combate, he concluido la carrera, he conservado la fe.

Sencillamente maravilloso.

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