Siempre me llamó la atención esta escena casi en el final de la película de La lista de Schindler. La guerra ha terminado y Schindler tiene que huir. Ante todas las personas a las que ha logrado mantener vivas, se reprocha no haber salvado a más, bien por haber gastado mucho, por haber estado más preocupado por los lujos, por las razones que sea. Son los propios supervivientes quiénes le abrazarán y le dirán que hizo todo lo posible. Son ellos los que le recordarán, al entregarle un anillo de regalo, el viejo dicho del Talmud de que “quien salva una vida salva al mundo entero.

Es tremendo contemplar como una persona como Schindler se cuestiona si hizo todo lo posible. Cualquiera de nosotros al contemplar esa escena nos preguntaríamos si tiene sentido mirar hacia atrás en esos términos después de todo lo que hemos podido ver a lo largo de toda la película.

¡Ah el pasado! Ese lugar al que ya nunca volveremos y que será imposible de cambiar, pero que tantas veces  aparece y nos impide vivir un presente tranquilo y provechoso. Y, en paralelo, ese sesgo de negatividad que tantas veces se mueve por nuestro interior haciendo que no seamos capaces de ver lo bueno que hemos hecho sino tan solo lo que hicimos mal o lo que pensamos que deberíamos haber hecho y no hicimos.

La mezcla de ambas sensaciones, emociones o como lo queramos llamar suele ser explosiva y dañina. Es verdad que no es fácil mirar al pasado con serenidad y, aunque parezca mentira, tampoco es fácil mirarnos a nosotros mismos con tranquilidad y aprecio, incluso aunque luego nos guste presumir ante los demás.

Tengo para mí que ese es un aprendizaje pendiente en muchos de nosotros. Ser capaces de mirarnos sin soberbia, pero sí con aprecio y bondad. Ser capaces de vivir el presente habiendo aprovechado los aprendizajes del pasado, pero sin que lo convirtamos en el centro de nuestra vida. No podemos vivir ni de nuestro pasado ni luchando contra él. Debemos poner el foco en nuestro presente.

Yo creo que Antonio Machado supo expresarlo con una belleza insuperable cuando escribió que “hoy es siempre todavía”

Y esto es aplicable a personas y a organizaciones. Poner el foco en el presente es la única manera de vivir en paz con nosotros mismos y la mejor manera de crear una plataforma para el futuro.

Pero del futuro, ya hablaremos otro día.

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