Días atrás se hizo famosa (viral se dice ahora) la fotografía de un chaval (cuyo nombre es Carlos Alegre) que estaba sentado en unas escaleras estudiando mientras esperaba a recibir otro aviso de entrega, dado que trabajaba de “rider” para una de las empresas que tan de moda se han puesto.
La fotografía he de reconocer que me ha hecho reflexionar y hacerme algunas preguntas. He intentado ir un poco más allá de lo que la imagen nos mostraba. A ello ha ayudado y mucho las numerosas reproducciones de la fotografía, los comentarios habidos en diferentes lugares y las consecuencias que la foto ha generado para Carlos. Soy consciente de que escribir sobre una simple foto implica el riesgo de resbalar y realizar consideraciones que pueden ir mucho más allá de lo que la foto representa. Aún así, con el permiso de mis pacientes lectores me voy a arriesgar.
La foto ha tenido consecuencias positivas para el protagonista y creo que eso es una buena noticia. Marc Márquez le ha invitado, una empresa le ha contratado, otro empresario parece haber decidido pagarle una parte de su formación, etc. Sinceramente, me alegro mucho por Carlos porque efectivamente parece ser una persona que se tomaba muy serio sus propias responsabilidades. Y como todo ser humano, se merece una oportunidad.
Ha habido multitud de comentarios acerca de la actitud de Carlos dando a entender, en muchos casos, que ese es un comportamiento poco habitual en personas de su edad. Y aunque la imagen que muchas veces tenemos de las personas jóvenes no sea muy positiva tengo para mí que la realidad es que hay muchas personas de la edad de Carlos que se lo curran con mucha intensidad. Personas que estudian a la par que trabajan, que se esfuerzan y buscan crecer en conocimiento y crecer por dentro. He leído comentarios que me han parecido absolutamente fuera de lugar y comparaciones que, nunca mejor dicho, me parecían odiosas. Demasiados lugares comunes a mi juicio.
También me he preguntado si, en condiciones normales y sin haber sido protagonista de esta foto, Carlos hubiera tenido oportunidades inmediatas en el mercado laboral; si alguien habría sido capaz de detectar esa capacidad de esfuerzo, dedicación y tesón por estudiar y trabajar: detectarlas y valorarlas. Me he preguntado incluso si Carlos hubiera sabido ponerlas en valor porque no suelen ser cosas que se enseñen en muchos lugares. Me temo que no porque lo que veo es que incluso quien ya las ha acreditado en el mercado de trabajo, hoy por “razones de su edad” queda casi automáticamente excluido del circuito. Leo que se valoran mucho, en teoría, las actitudes y las aptitudes, pero luego quedan apartadas cuando aparece un criterio espúreo como es el de la edad. ¿Cuánta actitud, cuánto esfuerzo, cuánta responsabilidad, cuánto sentido común nos estamos perdiendo?
Finalmente, he pensado que el trabajo de “rider” parece una interesante oportunidad para que un joven pueda sacarse unos dineros mientras estudia. Ahora bien, ¿ese tipo de trabajo garantizará una vida digna y estable a una persona con responsabilidades familiares? Y la respuesta que me viene a la cabeza de modo permanente es que me parece que no. Y esto me lleva a otra pregunta. ¿Qué capacidad de generación de riqueza y, en consecuencia, de empleo necesitamos? Si me parece evidente que la única forma de crear empleo es crear riqueza. La siguiente pregunta que me hago es acerca del tipo de riqueza que se genera, en muchos casos, en España. ¿Es una riqueza que genera empleo, y un empleo que permita vivir con dignidad y estabilidad?, ¿o no es así?
Termino. Bien por Carlos, por su actitud frente a la vida y a sus responsabilidades. Bien por Carlos porque esa foto le ha dado unas oportunidades que mucho me temo en otras circunstancias quizás no hubiera tenido.
Del resto de mis reflexiones y preguntas me gustaría tener respuestas más positivas, pero me temo que no puede ser. Quizás necesitemos hacernos una foto como sociedad, como reclutadores, como tejido empresarial, como creadores de riqueza y empleo para ver lo que realmente somos y darnos una oportunidad de cambiar y mejorar.
Una oportunidad como la que afortunadamente ha tenido Carlos.
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