Creo que una de las escenas más interesantes y bonitas de la película “Carros de Fuego” es aquella en la que el personaje de Eric Liddell gana los 400 metros en las olimpiadas.

En los escasos tres minutos que dura la escena una voz en off nos cuenta como Eric Lidell le habla a su novia y le dice que cree que “Dios le creó rápido con un propósito, para complacerle”. La primera vez que vi la película me pareció una escena fantástica por la música, la voz en off y por cómo reflejaba la victoria en la carrera de Liddell, mientras su compañero de equipo Abrahams miraba asombrado su capacidad para correr.

Con los años, me ha llamado la atención otra cosa más. La idea de propósito, la idea de que Dios le creó rápido para complacerle, no para ganar. Y eso es muy curioso.

Yo creo que todos tenemos un propósito como Liddell. Cada uno de nosotros habremos de encontrarlo, acogerlo y desarrollarlo. Y quizás no sea para triunfar, tener éxito, destacar, ganar, ser famoso, etc. Quizás sea para cosas más sencillas y humildes.

Me quedo con la idea de que el propósito no es el triunfo, no es el ganar. El propósito es lo que aportamos al mundo, lo que damos a los demás, lo que compartimos, lo que hace que el mundo, nuestro trabajo, nuestra familia, etc. sean cada día un poco mejor.

Si luego hay triunfo será una posible consecuencia, pero eso no es el propósito.

Y si llega el triunfo, el éxito, la fama o lo que sea, ojalá seamos capaces de vivirlo y tratarlo como nos recomendaba Kipling, como a un impostor.

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