A veces, asistir a una jornada puede abrirte los ojos a algo más grande. Eso me ocurrió hace unas semanas, en un evento sobre transferencia de conocimiento organizado por la FUAM…
Hace un par de semanas tuve la oportunidad de asistir por primera vez a una jornada enfocada a la transferencia de conocimiento. La llevaba a cabo la Fundación de la Universidad Autónoma de Madrid (FUAM). Para mí fue una jornada muy interesante. Pude descubrir las actuaciones e iniciativas que en esa materia se llevan a cabo fruto de la colaboración entre la Universidad y la empresa (y también con la Administración).
Conocer de qué manera descubrimientos, investigaciones y posibles avances que se llevan a cabo en el ámbito académico pueden ser aplicados fuera del mismo con el objetivo de generar innovación, crecimiento y progreso fue descubrir que existe, y funciona, ese puente tan necesario entre universidad y empresa: I+D, patentes y licencias, desarrollo de talento, creación de start-ups, consultoría, etc.
Y me pareció entender que fruto de esas intervenciones se produce una transferencia doble, un intercambio que beneficia a ambas partes generando, en cierto modo, un círculo virtuoso.
Cuando salía de la jornada pensaba para mis adentros en otra transferencia. Así como la universidad y la empresa generan valor cuando colaboran, también lo hacen las personas y las organizaciones cuando se dan la mano, se escuchan y construyen juntas: aportación de experiencia, conocimiento y talento, por un lado; y por otro, una cultura, un modo de hacer, una estructura y una organización para que todo aquello se desarrolle. Una influencia mutua que debiera ser siempre un circulo virtuoso. Y creo que la clave se encuentra en el modo en que se consigue que ese intercambio de información se transforme en conocimiento práctico y compartido, beneficiando a ambas partes.
Si este fuese siempre el enfoque de colaboración en el ámbito organizativo nos encontraríamos con un aprendizaje constante, con la innovación y el fortalecimiento de las relaciones humanas en el trabajo. Algo que cada día es más necesario.
Es en ese fortalecimiento en donde es posible hacer crecer el capital estructural de la empresa (lo que la empresa ha hecho ya suyo fruto del trabajo del capital humano) y donde es posible que la persona crezca en términos de conocimiento y aprendizaje y también de relación entre los que allí trabajan y con el exterior (capital relacional).
Por lo tanto, empresas y factor humano hagan un esfuerzo para que esa transferencia de conocimiento sea poderosa y siempre bidireccional.
- Creen entre todos un ambiente de seguridad que permita compartir ideas, sugerencias y conocimientos en libertad.
- Promuevan ambos la relación entre los veteranos y los nuevos, entre la experiencia y las ganas de aprendizaje, que puede ser mutuo. Llámenlo mentorización o como quieran, pero háganlo.
- Faciliten entre todos la colaboración y la posibilidad de trabajar conjuntamente a los que puedan parecer diferentes por edad, mentalidad, enfoque o lo que sea.
- Reconozcan las contribuciones y las posibles nuevas ideas que los “nuevos” traigan. No desechen, sin más, las de los “veteranos”.
- Construyan entre todos una cultura de aprendizaje continuo en términos de habilidades técnicas y también de relación y colaboración. Ya saben, lo de hard y soft.
- Midan el progreso. Revisen. Hagan caso a Deming: planifiquen, ejecuten, evalúen y aprendan.
- Y si les gusta la palabreja, creen un “ecosistema” organizacional que valore el talento individual y la capacidad de construir relaciones de valor.
A mí me parece que poner en marcha todo eso, sí es estratégico. Porque el conocimiento, si no se comparte, se marchita. Y una organización que no aprende, se detiene.
Efectivamente, Emilio. Todos los estudios científicos confirman que una comunicación fluida es indispensable para incrementar la creatividad, la innovación y la productividad. Hay incluso quien ha medido el número de firmas por artículo científico y en los últimos 50 años no ha dejado de aumentar.
Somos animales sociales, como decía el otro.
Buena reflexión.
Gracias Miguel. Un abrazo.