Les presento a Philippe Lemesle, un director de planta de una multinacional. Philippe es el protagonista de la película “Un nuevo mundo”.
Las primeras escenas que vemos nos presentan a Philippe junto a otros tres personajes alrededor de una mesa. Se están planteando los términos de su divorcio y el consiguiente acuerdo económico. Detrás de los diálogos descubrimos a una persona cuya vida ha estado entregada a su trabajo, a su empresa. Y es más que probable que esa entrega sea la causa principal del divorcio sobre el que se está negociando.
La película nos va descubriendo como transcurre en los últimos tiempos la vida de Phillippe entre las paredes de su despacho, debatiendo alrededor de una mesa con otros compañeros de dirección, rodeados de papeles que contienen cálculos y números, acerca de la necesidad de un nuevo “ajuste de plantilla” porque eso es lo que pide el “headquarters” de su compañía. Reuniones y más reuniones, exigencias y más exigencias, llamadas a la valentía y a la profesionalidad para coger el toro por los cuernos y aplicar esas medidas porque en ello va la “supervivencia futura de la empresa” y del resto de los trabajadores.
Desconozco cuántos de los lectores de estas líneas se han visto en alguna ocasión sometidos a la tiranía de una decisión que, viniendo de las alturas de la organización, implicaba un coste social y humano que no se justificaba porque había otras soluciones posibles, pero con esa decisión de recortar se trasladaba un “mensaje” a los mercados y a los accionistas.
Desconozco cuántos decidieron seguir esas órdenes pese a saber de su no razonabilidad y de su injusticia, y con ello accedieron a ese mundo interior de malestar, desazón y quizás hasta de dificultad para mirarse en el espejo por las mañanas.
Desconozco cuántos, llegado el momento, propusieron alternativas justificadas y razonables no solo desde un punto de vista moral sino también económico y organizativo, pero les dijeron que no.
Y finalmente, desconozco cuántos dijeron basta y se marcharon porque quizás descubrieron que la valentía, la profesionalidad y la responsabilidad estaban en otra parte.
De todo eso, y más cosas, nos habla Un nuevo mundo, una película dirigida por Stéphane Brizé y maravillosamente interpretada por ese enorme actor que es Vincent Lindon.
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