El pasado domingo pusieron en TV la película Sully, dirigida por Clint Eastwood en el año 2016 e interpretada por Tom Hanks. Ya la había visto cuando la estrenaron y volvió a gustarme tanto o más que la primera vez que la vi.

Se trata de una historia conocida. En el año 2009 un avión de US Airways aterrizó sobre el río Hudson después de que una bandada de pájaros averiara los motores y estos se pararan. Nadie murió, todos los pasajeros se salvaron y Sully, comandante del avión, fue considerado un héroe.

De nuevo, ver la película trajo a mi cabeza reflexiones que ya había realizado y alguna otra nueva que en su momento no había sido capaz de ver. Las señalo.

El comandante Sully es un buen profesional, que se ha tomado muy en serio su trabajo, que trabaja incluso como asesor en seguridad aérea para completar sus ingresos. Una profesionalidad y un fuerte sentido de la responsabilidad respecto a su trabajo (preocuparse de ser bueno y no un mediocre). Una persona que se conoce al dedillo el funcionamiento del avión que maneja, el A-320. Ha convertido la información en conocimiento.

El comandante Sully tiene una experiencia profesional que en un momento crítico le ayuda a tomar una decisión, la mejor posible y que es la que salva todas las vidas. No obstante, el mismo Sully declarará que nada te prepara para una situación como la que le tocó vivir.

La presencia de la máquina. La reacción que el comandante del avión tiene ante una situación determinada, frente a lo que los algoritmos y las simulaciones parecen decir. ¿Pueden las máquinas, la IA, los algoritmos, etc. contemplar todas las posibles incidencias y situaciones que en un momento determinado se pueden dar? En este caso parece que no.

Una cierta obsesión por parte de la Administración y los organismos encargados de analizar el accidente en mirar a Sully como el culpable de haber tomado una decisión poco razonable.

Conclusiones:

La importancia del trabajo bien hecho, algo que se construye día a día, con constancia, con esfuerzo e incluso, a veces, con aburrimiento. El sentido de la responsabilidad, aprender. Hay en todo ello mucho de construcción de uno mismo, mucho de gestionar la propia vida. Contrastar nuestra vida profesional con lo que podemos ver del personaje de Sully puede ser un buen ejercicio de aprendizaje y mejora.

En un mundo que nos amenaza con la presencia de la máquina como sustitutiva del ser humano, en el que los miedos nos rodean por no saber que será de nosotros si no tenemos un lugar en el mundo futuro del trabajo (una realidad que nos define y nos moldea a lo largo de nuestra vida) reconforta contemplar que no todo podrá estar en manos de las máquinas y que al ser humano le queda aún, afortunadamente, mucho recorrido.

La edad de Sully no ha sido un impedimento para analizar la situación y actuar conforme al aprendizaje, la experiencia y la intuición sabia; asumir el control y tomar la decisión más adecuada, la que ha salvado todas las vidas. En un mundo y un entorno laboral en el que la edad se convierte en un estigma, la película de Sully nos demuestra que la suma de aprendizaje, experiencia, responsabilidad y trabajo bien hecho puede ser imbatible más allá de los 50. El comportamiento que tienen hacia Sully, la Administración y los organismos que investigan el accidente, recuerda mucho a la mentalidad que hay en muchas organizaciones hacia la gente mayor y veterana. La confusión entre precio y valor es cada día más grande.

Sully, una película que mucha gente que tiene responsabilidades en la empresa debiera ver con unos ojos que fueran más allá del mero entretenimiento.

Que tengan buen día.

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