La palabra servir tiene numerosos significados en nuestro diccionario. Así, por ejemplo, ejercer un empleo o cargo propio o en lugar de alguien; hacer las veces de otro en un oficio u ocupación; aprovechar, valer, ser de utilidad; obsequiar a alguien o hacer algo en su favor, beneficio o utilidad.

En todas esas acepciones está plenamente presente la idea de ayudar. De la palabra servir y de la idea de servicio he podido leer algunas reflexiones que se quedaron en mi cabeza para siempre. En un libro de los años 50 encontré que un personaje le decía a otro “si quieres mandar, primero has de servir”. En el Evangelio de Marcos la reflexión es de una gran profundidad “el que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. Y hace unos días leía que servir era la exigencia de la dinámica del amor.

La idea de servir, de servicio revolotea con alguna frecuencia cuando se leen cosas relativas al liderazgo, aunque no es lo más habitual. A veces, puede parecer que eso de servir tiene poco lustre y lo dejamos, si acaso, para otro día. Pues yo, tengo para mí, que en la idea de servir puede estar presente lo más profundamente humano de nosotros. En esa idea y concepto de servir, de ayudar, de ponerse a disposición del otro están, a mi juicio, presentes la empatía, la colaboración, la honestidad, la paciencia y la confianza. Todo aquello que nos ha hecho avanzar y progresar, pese a todas nuestras limitaciones y errores.

Y sería ideal que ese verbo fuera mucho más conjugado en nuestra vida diaria, y especialmente en el ámbito profesional, y aún más especialmente entre aquellos que están en posiciones de supervisión sobre otros.
Quizás entonces hablaríamos con menos nostalgia del buen liderazgo.

Y nos está tocando vivir tiempos en los que ese sentido de servicio se nos está mostrando por todos los lados. Ver a multitud de personas moverse armados con un simple cepillo, escoba o una pala para ayudar y servir a otros que lo necesitan; observar cómo se han levantado lugares e iniciativas para recoger tantas cosas necesarias y hacerlas llegar a todas esas personas que tanto han perdido. En todo ello y en todos ellos, veo el verbo servir en su máxima expresión.

Lo que estamos viendo y viviendo, debiera ser una oportunidad de aprendizaje para todos en muchas cosas. Aunque tengo mis dudas. Decíamos emocionados durante la pandemia que sacaríamos enseñanzas de todo ello. No tengo muy claro que haya sido así.

Pero no renuncio a confiar, pese a todo, en nuestra capacidad de aprender, ser mejores y transformar a mejor nuestra realidad, si comenzamos a conjugar en nuestras vidas el verbo servir con más fuerza y sentido.

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