Tengo para mí que todos los seres humanos tenemos algo importante que hacer, algo importante que aportar. Creo firmemente que a todos se nos ha confiado algo a nuestra libertad. En lenguaje actual lo llamaríamos misión.

Pero, y ¿que sabemos de esa misión? No siempre mucho dada la creciente tendencia que tenemos a vivir encerrados en nosotros mismos, aunque las apariencias muestren que siempre estamos rodeados de y con otras personas. Además, ese vivir encerrados en nosotros mismos pocas veces genera frutos que salgan hacia fuera. Demasiadas veces, más que vivir pareciera que estamos vegetando.

El otro día una persona me escribía acerca la necesidad de abrir la mente y el alma. Cuánta razón tenía. Es verdad, necesitamos abrir nuestra mente y nuestra alma. para descubrir cuál es nuestra verdadera misión, aquella que nos dirá que es lo que se espera de nosotros. Abrimos la mente y el alma cuando nos interpelamos a nosotros mismos sobre nuestra vida, sobre lo que hacemos y sobre como lo estamos haciendo.

Y también deberíamos abrir nuestra mente y nuestra alma a los demás. Creo que era Kapuscinsky en su libro Ébano, quien decía que para vivir en muchos lugares de Africa era necesaria la colaboración porque de otra manera podías morir con gran facilidad. De la misma manera, creo que la posmodernidad en la que estamos instalados ha ido creando cada vez más un entorno hostil en el que es más necesario que nunca abrir nuestra mente y nuestro corazón a los otros para crecer, para aprender y para enseñar.

Esa misma posmodernidad y nuestra pasiva aceptación de lo que hay, es la que nos está privando de los frutos de mirarnos a nosotros mismos y descubrir el tesoro que llevamos dentro. Y todo ello es una paradoja porque si de algo está sobrado este mundo es de personas que de forma presuntuosa presumen de lo que tienen y de lo que han logrado. Y es esa pasividad, también, la que nos está limitando a encontramos con el otro para descubrirlo y descubrirnos. Quizás, en el fondo, seamos conscientes de que no conocemos nuestro tesoro interior ni el de los demás y posiblemente nos estemos limitando, por ello, a intercambiar mercancías accesorias pero aparentes.

Es tu elección, si así es como quieres seguir viviendo, pero piensa en lo que quizás te estés perdiendo.

 

 

 

 

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