Desconozco a su autor, pero la menciona Stephen Covey en su libro “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”.

Había una vez un leñador que había conseguido cortar muchos árboles en su primer día de trabajo y estaba muy contento. Sin embargo, descubrió sorprendido como en los siguientes días su rendimiento descendía y cortaba menos árboles. Estaba preocupado por la posibilidad de ser despedido y por ello fue a ver a su capataz y le contó lo que le sucedía.

El capataz preguntó al leñador cuando había sido la última vez que había afilado su hacha. Y éste contestó:

¿Afilar? No he tenido tiempo…. He estado demasiado ocupado cortando árboles.

Así es. Sin tiempo, sin silencio y focalizados en planificar y en hacer (como decía Deming) nos olvidamos de la necesidad de reflexionar, de pensar, de revisar, de parar. Y es verdad que suele darnos algo de miedo porque mirarnos a nosotros mismos con el objetivo de revisar lo que estamos haciendo, ¡uf!

Tácito decía que “el hombre que reflexiona sobre su propia existencia está a punto de iniciar el camino que lo conducirá al encuentro consigo mismo”.

O hacemos un alto en algún momento, o tarde o temprano descubriremos que, pese a las apariencias, cada día cortamos menos árboles. Y eso no beneficia a nadie.

No debiéramos olvidar que necesitamos saber de nosotros mismos para mejor servir al mundo y a los demás.

 

 

 

 

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