Si pensamos acerca de nosotros mismos es casi imposible definirnos a través de una foto fija.  Es muy complicado definirnos tomando como referencia, tan solo, un instante de nuestra vida. En realidad, todos y cada uno de nosotros somos una trayectoria, algo que comenzó en un momento determinado; algo que en la actualidad es y algo que en el futuro será. Y ninguno de esos momentos será igual porque a lo largo de esa trayectoria, a lo largo de esa historia habrán existido muchos cambios.

Es habitual cada vez que se reflexiona o afronta la idea de cambio hacerlo desde una perspectiva externa a nosotros: el cambio que nos viene y la necesidad que tenemos de adaptarnos.

Pero muchas otras veces, fruto de no ser una foto fija y vivir en el tiempo, nos enfrentamos a momentos en los que somos nosotros los que nos interrogamos acerca de lo que somos y acerca de lo que hacemos. Quizás hayamos cubierto una etapa de nuestra vida, quizás estemos cansados y hastiados de lo que hacemos, quizás circunstancias ajenas a nosotros nos llevan a esa situación. Las razones que nos lleven a vivir ese momento pueden ser muy diversas.

Lo importante es como afrontamos ese momento. De qué manera respondemos a tres preguntas que entiendo son claves cuando se vive una situación así: ¿a qué lugar pertenezco o quiero pertenecer?, ¿dónde realizar ahora mi aportación?, ¿vivir una vida con sentido y ganarme la vida han de ser incompatibles?

De qué manera (contexto, entorno, etc.) afrontemos ese necesario proceso de reflexión y cuáles sean las necesarias preguntas que nos formulemos va a depender, y mucho, la calidad y solidez de nuestra respuesta. Definir donde hacer nuestra aportación, decidir a qué lugar pertenecemos y hacer compatible ganarnos la vida y que, además todo ello tenga sentido, conforman unos objetivos tan importantes que no hemos de escatimar esfuerzos

El título de este post está tomado de un párrafo del excelente libro de C S Lewis “Cartas del diablo a su sobrino”. Efectivamente, vivir en el tiempo equivale a cambiar porque “los humanos como espíritu pertenecen al mundo eterno, pero como animales habitan el tiempo”

Responder adecuadamente a las preguntas anteriores, sin prisas y fruto de la reflexión pausada y serena, nos permitirá seguir viviendo en el tiempo y en equilibrio con ese mundo eterno al que pertenecemos.

 

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